Fundamentalmente conocida por sus retratos eróticos de su hija prepúber, el talento de Ionesco ha sido cuestionado en más de una ocasión. Pero no cabe duda de que esta controvertida fotógrafa ha entrado por derecho propio en la historia de la fotografía.
Ionesco consiguió hacerse un hueco en el exclusivo star sistem cultural francés de los 70 y contar con la aprobación de los mandarines del momento. Así, el viejo disidente surrealista André Pieyre de Mandiargues escribió el prefacio Liliacées langoureuses aux Perfumes d'Arabie (1974) para un portfolio de la fotógrafa. Mandiargues, además de ser una figura histórica en las letras francesas, era un reconocido erotómano que atesoraba una de las más fascinantes colecciones de objetos y fotografías eróticas antiguas (como se puede comprobar en el corto de Walerian Borowczyk: Une collection particulière).
Por su parte, Robbe-Grillet, estrella indiscutible del influyente movimiento de la nouveau roman, colaboró con ella en el libro Temple aux Miroirs (1977). Ionesco se desplazó a Praga para tomar gran parte de las fotografías que aparecen en este libro. Allí, en el palacio de Alphonse Mucha, encontró el ambiente opresivo y decadente que buscaba para sus fotografías.
Los retratos que Ionesco realizó de Eva (1965) son quizá el testimonio de una compleja historia de vampirismo entre madre-hija. Presentados por primera vez en 1974, en el marco de un monográfico de la revista Photo, fueron recopilados en Eloge de ma fille (con prólogo del artista británico Grahm Ovenden, reconocido fotógrafo de jóvenes pubescentes).
Hans Bellber, La Poupée
Sea como fuere, el efecto histórico que tuvieron estas fotos fue el de convertir a la pequeña Eva en la nueva Lolita de los 70. Eva hizo su primera incursión en el cine con El quimérico inquilino, la adaptación de Polanski de la novela del escritor pánico Roland Topor. Y a partir de entonces, protagonizó una serie de mediocres películas soft porn, como la espeluznante Spermula o Maladolescenza. Ya en los 80, y a pesar de todos sus esfuerzos por reconducir su carrera como actriz, sus resultados siempre fueron más bien modestos: como si la propia Eva hubiera sido engullida de una vez para siempre por el mito erótico de su niñez (mención aparte merecería su intervención en el film L'Amoureuse del interesante realizador francés Jacques Doillon, quien en La chica de quince años ya se había acercado al tema de las lolitas, al relatar la pasión entre una adolescente y un cuarentón).
eso es arte, es belleza, quien diga lo contrario realmente esta pervertido, no teman apreciiar la belleza tanto si se sienten atraidos sexualmente de una niña como SI NO SE SIENTEN ATRAIDOS SEXUALMENTE no signfica que no puedan apreciar la belleza de esa niña..
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