viernes, 13 de febrero de 2009

Siempre me gustó Bunny Bleu

Con su aire despreocupado, entre babysitter y cheerleader, encarnaba a la perfección el prototipo de la juventud ingenua y nada consciente de sí misma de la era Reagan. Aunque en la misma época otras starlets, como Nikki Charm, lucían con más fuerza, yo siempre me quedaré con la segundona de Bunny Bleu.

Con 18 años, Bunny Bleu entró en la industria del porno como fluffer. En los viejos tiempos del celuloide, las fluffers eran las encargadas de mantener la erección del reparto masculino entre los largos cambios de toma (algo que con la aparición del vídeo se volvió innecesario). Durante ese período, Bunny tuvo tiempo para desarrollar sus habilidades en el campo por el que más tarde sería justamente recordada: la felación. Su forma de practicarla, que inevitablemente recordaba la ejecución de un instrumento de viento, es sin duda proverbial.

Pero, sobre todo, Bunny Bleu fue una survivor. Pocos años después de su estreno como actriz, en 1986, tuvo ocasión de compartir escena con una de las más grandes leyendas de la industria: John C. Holmes, mr. 32 cm (Annette Haven decía de él que si alguna vez hubiera logrado una erección completa probablemente la sangre no le hubiera llegado a la cabeza).

Sin embargo, para entonces la estrella de Holmes hacía tiempo que ya se había apagado. Incapaz de mantener su adicción a la cocaina, desde finales de los 70 se vio obligado a hacer de camello para los gansters locales, prostituirse, llevar a cabo pequeños hurtos y fraudes, etc. En junio de 1981, Holmes tocó fondo cuando fue acusado y encarcelado por participar en los crímenes de Wonderland (en la foto, el momento en que es detenido por la policía). De este oscuro incidente se sabe que fue planeado por Eddie Nash, un mafioso de LA para el que Holmes trabajaba como dealer, y del que él mismo contaba que le gustaba salir del retrete sin limpiarse para que hiciera ese trabajo la lengua de alguna chica desesperada, a cambio de coca.

A finales de 1985, a Holmes se le diagnosticó SIDA. A pesar de ello, siguió trabajando hasta que su apariencia física comenzó a delatar el verdadero estado de su salud. Por cierto, que en esto Holmes se adelantó al agüillas de Marc Wallice, todo un ejemplo de ética y profesionalidad, que infectó al menos a 6 compañeras de profesión años más tarde (la información detallada está aquí).

Así que nos encontramos en 1986. La película es otro pornete insignificante de Patty Rhodes y se llama Lottery Lust.

En la última escena nos encontramos a la buena de Bunny Bleu, con sus 22 añitos y más tonta que nunca, junto al vampiro de Holmes. Señores, pasen y vean: porque sólo esta escena da más miedo que todo El resplandor.














Un enlace a su página oficial.

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