Georges Bataille, La experiencia interior
lunes, 11 de mayo de 2009
El silencio
Georges Bataille, La experiencia interior
jueves, 30 de abril de 2009
viernes, 24 de abril de 2009
New York Skyline
De izquierda a derecha: A. Stewart Walker como el edificio Fuller, Leonerd Schultze como el nuevo Waldorf-Astoria, Ely Jacques Kahn como el edificio Squibb, William van Alen como el edificio Chrysler, Ralf Walker como el número 1 de Wall Street, D. E. Ward como la torre Metropolitan y Joseph H. Freedlander como el Museo de la Ciudad de Nueva York
Van Alen, posa orgulloso con su flamante disfraz del edificio Chrysler
El edificio Fuller
El número 1 de Wall Street
El Museo de la Ciudad de Nueva York
jueves, 23 de abril de 2009
El pulgar de Koolhaas
Este proceso se intensifica en el siglo XX y viene acompañado por un malestar paralelo: la convicción de que todos los hechos, ingredientes, fenómenos, etcétera, del mundo han sido clasificados y catalogados, que las reservas finales del mundo ya se han repartido.
Las strippers de Weegee
In the dressing room
In the dressing room
Between performances
miércoles, 22 de abril de 2009
Weegee en Coney Island
Especialista en sucesos, Weegee trabajó como freelance para los principales rotativos de NY, haciéndose célebre por sus impáctantes imágenes de accidentes, crímenes y gentes aquejadas de cualquier forma de desgracia: ese es el espectro humano que mayoritariamente puebla sus fotografías.
Pero a pesar de que su cámara finge una despiadada indiferencia por los seres a los que retrata, bajo la aparente banalidad del mirón hay un intento de reflejar la desnudez de la vida, entendida como fragilidad, accidente y exceso (por eso no hay nada más ajeno en el fondo a su fotografía que las celebridades y los temas de sociedad, ante los que Weegee no consigue disimular su desinterés).
En 1945, se publicó su primera radiografía de Nueva York: Naked City (llevada por él al cine tres años más tarde). Repasando su obra hoy día, parece como si no hubiera mejor representación de aquella época que la ofrecida por el contraste brutal de su fotografía.
Como contrapunto a la descarnada metrópolis, a comienzos de la temporada estival, Weegee se desplazaba a Coney Island, dando a los neoyorquinos el pistoletazo de salida del verano. Sus fotografías con gran angular de las multitudes apiñadas en la playa (quizá el lado más amable de su trabajo) son hoy día un clásico.
Coney Island at noon Saturday, July 5th, 1952
Sailors on the beach
Lovers on the beach, 1940
La Fundación Telefónica (Madrid) ha organizado una retrospectiva de su obra, hasta el 17 de mayo.
lunes, 20 de abril de 2009
So Long Coney Island
and all the other fatal shorn-up fragments
of the immigrant's dream come too true
among the sunbathers
Lawrence Ferlinghetti, A Coney Island of the Mind
Proyecto para Coney que, además de destruir el skyline del parque de atracciones, reducirá su superficie a 36.421 m²
Descubierta por Hudson en 1609, Coney Island -del holandés konijnen, conejos, torrencial habitante de la isla en el pasado- no sólo es el lugar donde se inventó el hot dog (en 1871). Quizá nadie mejor que Rem Koolhaas haya comprendido su significado histórico. En su fascinante “manifiesto retroactivo", Delirio de Nueva York, Koolhaas dedica un extenso capítulo a Coney, lugar al que considera como el auténtico modelo seminal del urbanismo y la arquitectura que posteriormente darían lugar al milagro de Manhattan.
Ya desde principios del siglo XIX Coney fue concebida como lugar de recreo por los habitantes de la vecina metrópolis. El lugar era perfecto: estaba relativamente aislado y permitía el contacto con una naturaleza virgen. Era la época de los grandes hoteles y los balnearios, diseñados para las clases más favorecidas, que proliferaron en el extremo oriental de la isla.
La estación de tren y metro de Coney
En realidad, esta primera etapa de su historia se va a medir por el frágil equilibrio entre la conservación de su naturaleza y la afluencia cada vez más masiva de sus visitantes. A esto contribuyó notablemente la creación de una línea de ferrocarril en 1865 y la construcción del puente de Brooklyn en 1883. Es entonces cuando Coney se democratiza, convirtiéndose en un destino turístico al alcance de las masas. En esta situación, que invalida la oferta inicial de la isla, "Coney Island se ve forzada a mutar: debe transformarse en todo lo contrario a la naturaleza; no tiene más elección que contrarrestar la artificialidad de la nueva metrópolis con algo propio: lo sobrenatural". De esta forma, Coney pondrá en marcha lo que Koolhaas denomina la "tecnología de lo fantástico".
Los túneles del amor: la receta de Coney para la soledad de Manhattan
Para satisfacer unas demandas de ocio en aumento, comienza a desarrollarse un complejo de instalaciones recreativas en la en la zona intermedia de la isla. Es en este lugar donde Coney va a generar su propia arquitectura del exceso. Espacio residual, la isla recibe los naufragios de la arquitectura efímera y anti-funcional de las exposiciones nacionales (la torre de 90 metros de altura, procedente de la celebración del Centenario de los Estados Unidos en Filadelfia, se instala en 1876).
La arquitectura imposible de Coney: el hotel-elefante
1903 es el año de la inauguración del Luna Park, creado por Elmer Dundy y Frederic Thompson. Thompson, que ha abandonado la escuela de arquitectura, es el primer proyectista profesional en intervenir sobre la isla. El centro del Luna Park es un lago, que Thompson va a rodear de unas agujas de estilo ecléctico y orientalizante. La naturaleza del lugar le ofrece a su diseñador una libertad total a la hora de crear este espacio. Sin saberlo, Thompson está rompiendo con el rígido código beaux arts, que monopoliza la arquitectura y el arte del momento, y estableciendo los principios de una nueva arquitectura: la arquitectura de la "ciudad de torres", que será el precedente inmediato de Manhattan y sus rascacielos. En menos de tres años, Thompson puebla el Luna Park con 1.221 torres, alminares y cúpulas.
Las infraestructuras del Luna y su consumo energético superaban a las de la mayoría de las ciudades estadounidenses del momento. En 1904, Thompson compra una parte de una manzana situada entre la Sexta avenida y las calles 43 y 44. Un año más tarde construye un hipódromo, rematado por "la cúpula más grande del mundo después de la del Panteón" y flanquedo por dos torres eléctricas del Luna Park.
El Luna Park pronto tendrá un poderoso competidor: William H. Reynolds, promotor inmobiliario (Reynolds promocionará el futuro edificio Chrysler), arquitecto y antiguo senador republicano. Su creación: Dreamland. Con Dreamland, Reynolds crea el primer parque postproletario, donde las diferencias de clase son dejadas atrás y todos los miembros de la sociedad se reúnen para disfrutar del verdadero "reino de la libertad". El proyecto de Reynolds es ambicioso: con capacidad para 250.000 personas, Dreamland es una extensión del Océano Atlántico. La metáfora que inspira el parque es submarina: los visitantes tienen que atravesar los mascarones de proa de unos enormes barcos para acceder al recinto.
...y su eficiente cuerpo de bomberos
Los niños prematuros de Dreamland. Reynolds organizará una reunión anual para ellos
Estos temas reaparecen en otros escenarios, como la caída de Pompeya, el terremoto de San Francisco o la guerra de los Bóers. Toda una mitología del desastre. Si, como piensa Paul Virilio, toda creación tecnológica invoca a su vez el fantasma de su propia catástrofe, Coney Island representa el exorcismo colectivo de las amenazas que concita el furor tecnológico de la gran metrópolis de Manhattan. Esto es llevado a su paroxismo en atracciones como el ferrocarril Pídola, que simula una colisión entre dos vagones de tren o en la Lucha contra las llamas. Aquí, se trata de un edificio de 75 metros de largo por 30 de fondo, situado en el decorado de una manzana, que es permanentemente devorado por las llamas y apagado por 4.000 bomberos profesionales.
Dreamland o la sociedad sin clases: el grand tour al alcance de cualquiera
Panorámica nocturna de Dreamland
Es el principio del fin: en 1914, el Luna Park también se incendia. Dreamland es convertido en un aparcamiento. Steeplechase queda en pie, sometido a un proceso de decadencia irreversible. Pero para entonces, la revolución de Coney ya ha llegado a Manhattan.
El resto es historia forestal.